martes, 19 de enero de 2016

Modelo de desarrollo de la visión.

El desarrollo de la visión es un conjunto ordenado de sucesos que deben cambiar en progresión ascendente. Esto no siempre se cumple, bien por causas ajenas (enfermedades congénitas, traumas en el parto, medicación, entre otros) o propias (forzar al niño a ponerse de pie y andar, no reptar ni gatear…), lo que impactará en la siguiente fase.

Para asegurar la supervivencia del recién nacido y antes de madurar el sistema visual, tenemos programados unos reflejos primitivos. Estos deben aparecer durante la gestación, cumplir su función, y ser inhibidos por centros cerebrales superiores a los 8 meses. Sirven para mantener el tono muscular, desarrollar las posturas corporales y preparar la musculatura para “luchar o huir”. Aquí está el origen de la atención y de la orientación en el espacio.

Poco a poco, el cerebro se nutrirá de los sentidos exteriores (sonido, táctil, gusto…) e interiores (propiocepción muscular, equilibrio) que son enviados y analizados en su parte más ancestral, el Sistema Activador Reticular Ascendente (SARA) y los resultados se reparten en la corteza cerebral donde la información se hace consciente.


Si no hay suficiente estimulación en etapas tempranas, el sistema muscular no tiene suficiente tono y será muy caótico controlarlo.  Tareas tan críticas como coordinar los músculos extrínsecos del ojo para leer e identificar lo que estamos leyendo con buena postura necesitará mucho esfuerzo y afectará a la interpretación de la información en clase (percepción).

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